Sabíamos que nuestro compañero y amigo Javier Martínez Laquidain llevaba tiempo con problemas serios de salud, y que estaba ingresado en el hospital, pero confiábamos en la fortaleza y seguridad que siempre transmitía con su presencia, que le hacía parecer capaz de capear cualquier situación adversa y salir victorioso ante la más difícil de las contrariedades.
Precisamente por ello, el mensaje que nos hizo llegar el pasado 21 de diciembre a nuestro grupo de whatsapps nos dejó sumidos en el desconcierto. Su contenido era breve, sincero y duro: “Amigos, solo deciros que lo mío no tiene solución. Os quiero a todos”.
‘Laqui’ era así, un tipo con aspecto duro, fuerte, serio, siempre recto como si saliera de un desfile militar, vestido con sobriedad y elegancia, con una voz que imponía y una mirada, ¡qué mirada!, de esas que se dice que matan, que pueden dejar a alguien clavado en el suelo, pero que también son capaces de tornarse en cálidas y cercanas cuando la ocasión lo requiere.
En AUGAC Javier era mucho más que un miembro de la asociación, era alguien muy querido, no solo por su faceta de curtido profesional del periodismo y la comunicación universitaria, que también, sino sobre todo por su personalidad y su forma de ser colega, de ser amigo.
Era también muy discreto, poco dado a llamar la atención en vano, y le gustaba observar. Se daba cuenta enseguida de todo, y por ello era frecuente que se acercase a quienes necesitaban un consejo, un poco de ánimo ante una situación complicada, una palmada en la espalda, o una broma para echar unas risas. Porque esa es otra, Javier tenía un delicioso sentido del humor, una forma divertida de ver la vida y de buscar el lado más simpático de cualquier cosa.
Por encima de otras consideraciones, para mí era un estupendo amigo. Desde el momento en que nos conocimos, hace más de 20 años, fluyó entre nosotros una especial corriente de cordialidad y afecto que hacía que cada vez que se celebraba una reunión, curso o asamblea de AUGAC, enseguida nos reuniéramos para charlar, comentar novedades, o simplemente estar juntos.
En más de 20 años de amistad hemos pasado muy buenos ratos, y nos gustaba recordar anécdotas y ‘sucedidos’ de los que habíamos sido protagonistas o espectadores privilegiados. La verdad es que nos entendíamos sin necesidad de hablar y cuando sucedía alguna de esas cosas ‘chanantes’, inmediatamente cruzábamos la mirada y no hacía falta decir nada más, nos reíamos …en silencio.
Me quedan muchos momentos en la memoria, la satisfacción de que Javier pudiera venir a la cita de AUGAC que se celebró en León, y el pequeño consuelo de que antes de su muerte pudimos decirle todos lo mucho que le apreciábamos, lo mucho que le íbamos a echar de menos, y el enorme vacío que iba a dejar en nuestros corazones. Sé que es una frase hecha, pero creo que expresa bien lo que sentimos quienes le hemos tenido como amigo: ‘Laqui’, nadie muere del todo mientras queda quien le recuerda, y a ti te aseguro que será muy difícil, imposible olvidarte.
Carlos VICENTE RUBIO
Universidad de León
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